Tras la obertura, el coro cuenta en el Prólogo el enfrentamiento entre los montescos y los capuletos, dos familias nobles de Verona y habla del amor que se profesan el montesco Romeo y la capuleta Julieta.

El primer acto se abre con un baile en el palacio de los capuletos. Dos jóvenes nobles, Teobaldo y Paris, están charlando y nos enteramos de que Julieta, la hija del Señor Capuleto, va a convertirse en la prometida de Paris. Entra Capuleto y presenta a su hija a los asistentes al baile. Cuando se marchan los bailarines, algunos montescos, que han asistido al baile enmascarados, se quedan solos. Entre ellos se encuentran Romeo y su amigo Mercucio. El primero tiene el presentimiento de que acecha un peligro, pero Mercucio se burla de él, diciendo que la tristeza de Romeo se debe a que Rosalina no se encuentra ahí, pero que la olvidará en cuanto vea a las bellezas que han acudido al baile. Romeo ve a Julieta y queda inmediatamente fascinado por ella. Mercucio afirma que Romeo ya parece haber olvidado a su Rosalina.

Julieta se encuentra con Gertrudis, su nodriza, que se refiere a su compromiso para casarse con Paris, pero la joven le transmite su deseo de disfrutar de la juventud durante tanto tiempo como pueda. Más tarde, Romeo y Julieta se encuentran juntos, solos, por primera vez. Romeo halaga su belleza, pero ella esquiva con desenvoltura sus cumplidos. Él le pregunta quién es y, para su consternación, le contesta que es la hija del Señor Capuleto. Se acerca Teobaldo y le pide a Julieta que no deje de lado el baile, además de preguntarle con quién está hablando (al acercarse Teobaldo, Romeo se ha puesto su máscara para ocultar su identidad), pero ella contesta que no lo sabe. Romeo se despide de Teobaldo con una cortesía mordaz y este, al reconocer su voz, masculla amenazas de venganza.

Julieta comprende ahora quién es Romeo y se queda horrorizada por haberse enamorado de un enemigo de su familia. Cuando reaparece Romeo, es saludado por Teobaldo y Paris, tras lo cual se suceden hostiles intercambios entre los grupos de montescos y capuletos, mientras que el Señor Capuleto intenta que prosiga el ambiente festivo.

El segundo acto da comienzo en el jardín de Julieta. Llega Romeo y poco después Julieta aparece en el balcón, lamentando su amor por un miembro de la familia Montesco. Romeo se da a conocer y le declara su amor, pero ella, al oír pasos que se acercan, le pide que se esconda. Llega un grupo de criados capuletos, encabezados por Gregorio, que están buscando a un paje de los montescos que ha sido visto merodeando por allí. Tras recorrer el jardín, bromean con Gertrudis, preguntando si es ella el motivo de que un montesco haya demostrado tanta audacia. Los criados se van y Gertrudis convence a Julieta para que entre en la casa. Ella le hace caso, pero poco después regresa al jardín, donde continúa el dúo de amor hasta que los amantes se despiden hasta el día siguiente.

En la primera escena del tercer acto vemos la celda de Fray Lorenzo, un monje franciscano. Tras un entreacto, entra Romeo, que pide al monje que lo case con Julieta. Se lleva a cabo la ceremonia mientras Gertrudis se queda fuera, vigilando junto a la puerta. En la segunda escena la acción se traslada al palacio de los capuletos. El paje de Romeo está buscando a su amo. Un grupo de capuletos, encabezados por Gregorio, sale del palacio y el paje se burla de ellos. Entra Mercucio y empieza a luchar con Teobaldo, pero Romeo los separa. Teobaldo le insulta, pero Romeo logra controlarse, pues recuerda que Teobaldo es un pariente de Julieta y afirma que el tiempo de odiarse unos a otros ya ha pasado. Mercucio se escandaliza ante la negativa de Romeo a luchar, por lo que él mismo ataca a Teobaldo. Tras caer abatido Mercucio, Romeo, llevado por la furia, hiere mortalmente a Teobaldo. Entra el Señor Capuleto y Romeo se da cuenta, consternado, de que el hecho de haber matado a Teobaldo puede granjearle el odio de Julieta. Antes de morir, Teobaldo expresa un último deseo a Capuleto que los demás no pueden oír.

Capuleto acude al Duque para que imparta justicia. Romeo se justifica diciendo que fue Teobaldo quien había matado antes a Mercucio. El Duque reprende a ambas familias y destierra a Romeo. Al final del acto, Romeo expresa su firme deseo de volver a ver a Julieta, mientras que los capuletos, ignorando la petición de paz del Duque, claman venganza contra los montescos.

El cuarto acto se abre en los aposentos de Julieta, que perdona a Romeo haber dado muerte a Teobaldo y vuelve a declararle su amor. Empieza a amanecer y Julieta le dice que tiene que abandonar la casa. Él sale por el balcón, donde Julieta se queda rezando para que pueda escapar sano y salvo. A continuación entra Gertrudis y, muy agitada, dice que se acerca el padre de Julieta. Este entra junto con Fray Lorenzo y dice a su hija que tiene que casarse enseguida con el Conde Paris: este fue el deseo que le confió Teobaldo antes de morir. Capuleto se va para recibir a los invitados a la boda y, sola con Fray Lorenzo, Julieta implora que la ayude. El fraile le entrega una ampolla que contiene un líquido y le dice que, cuando lo beba, quedará sumida en un sueño tan profundo que todos pensarán que está muerta, aunque ella permanecerá en ese estado durante tan solo un día.

Fray Lorenzo le promete que estará cerca de ella cuando reviva y le ayudará a escapar con Romeo. Julieta bebe la poción y Capuleto regresa con Paris, Gertrudis y su séquito. Le habla de los placeres que le aguardan como novia. Ella le contesta que su lecho nupcial será la tumba y cae al suelo tras sufrir un profundo desvanecimiento.

El panteón familiar de los capuletos es el escenario del quinto acto. Un interludio orquestal describe el sueño de Julieta. Entra Romeo, que ya sabe que Julieta ha muerto. La contempla, admirando su belleza, y la abraza en medio del delirio, tras lo cual ingiere un veneno. Cuando ya está desplomándose como consecuencia de sus efectos, contempla con asombro que Julieta está empezando a despertarse. Ella pronuncia su nombre y, extasiado, él le pide que huyan juntos. Pero ya no puede librarse de los efectos del veneno que ha ingerido y tiene que confesar que su vida se acaba. Angustiada, ella pide también un veneno pero, al no tenerlo, se clava un puñal. Los dos amantes se han reunido finalmente en la muerte.