PRESENTACIÓN
El histórico duelo de reinas de Donizetti, Maria Stuarda, regresa en febrero por tercera vez en ABAO Bilbao Opera. Esta vibrante obra de la trilogía de las soberanas del compositor de Bérgamo, cuyas páginas cuentan con imponentes momentos musicales y teatrales, supone una oportunidad extraordinaria para disfrutar de un título excepcional.
Una tragedia lírica que profundiza en la dramática rivalidad histórica entre dos reinas: Maria Stuarda, católica y reina de Escocia, y Elisabetta I, protestante y reina de Inglaterra. Una en prisión por orden de la otra. Un hombre entre ellas equilibra lealtad y amor. Un grito de "¡Vil bastarda!" es el insulto apasionado que lleva a Maria al cadalso, acusada de traición.
Siendo una ópera ideal para el lucimiento de grandes voces, atrae a cantantes de reconocido prestigio en este tipo de repertorio como la soprano Yolanda Auyanet, Premio Nacional de Música 2024 a la mejor intérprete, que encarna a la sufrida María Stuarda, uno de los personajes más complejos del universo donizettiano con exigencias vocales al alcance de pocas cantantes. La mezo Maria Barakova da vida a la implacable Elisabetta, y el tenor Filip Filipović al enamorado Leicester. Los tres debutan en las temporadas de ABAO.
El director mexicano, Iván López-Reynoso, se hace cargo de la dirección musical al frente de la Euskadiko Orkestra, para conducir una partitura con una orquestación con gran riqueza de colores y complejidad.
La coproducción de ABAO Bilbao Opera y la Ópera de Oviedo, de Emilio López que debuta en la escena bilbaína, es una primicia internacional. El director sorprende con una propuesta de bella factura donde se mezclan con maestría elementos clásicos y modernos, ambientados con un elegante vestuario y un impactante juego de luces.



FICHA ARTÍSTICA
ELENCO
- María Stuarda
- Elisabetta
- Leicester
- Giorgio Talbot
- Anna Kennedy
- Lord Guglielmo Cecil
- Un araldo
EQUIPO ARTISTÍCO
- Dirección De Escena
- Director Musical
- Director Del Coro
- Orquesta
MULTIMEDIA
SINOPSIS

Acto I
El Palacio de Westminster.
Se ha organizado un torneo en honor del embajador francés, que está negociando con Elisabetta una propuesta de matrimonio del rey de Francia y que ella está considerando por sentido del deber hacia sus súbditos, al tiempo que suspira en secreto por Leicester, cuya ausencia de la corte le llama la atención. Talbot, encargado de la prisión real, intenta interceder ante Elisabetta en favor de Maria, encarcelada en el castillo de Fotheringay desde que huyó de Escocia. Pero la reina se debate entre la compasión por Maria y el temor de que esté conspirando contra ella; Cecil le advierte de los peligros que acarrea la compasión.
Llega Leicester y ella le entrega un anillo para que se lo lleve al embajador francés como testimonio de su aceptación de la oferta de matrimonio, pero se enfurece cuando él aparenta mostrarse indiferente ante el encargo. En privado, Talbot entrega a Leicester un retrato de Maria y una carta de ella, y Leicester decide liberar a la mujer que ama por cualquier medio. Le entrega la carta a Elisabetta, en la que Maria le suplica que le conceda una entrevista, y le insta a que acceda, señalando que puede utilizar como pretexto una partida de caza en las cercanías de Fotheringay. Su entusiasmo por la causa de su rival recuerda a Elisabetta los intentos de Maria por conquistar el trono inglés y, cuando Leicester se entusiasma imprudentemente con los encantos de Maria, la reina se regocija de que haya caído tan bajo.
ACTO II
Los terrenos del castillo de Fotheringay.
Acompañada por Anna, Maria pasea por el parque, disfrutando de su limitada libertad, pero recordando con tristeza los días felices de su juventud en Francia. El sonido de la partida de caza real que se aproxima la aterroriza y se arrepiente de haber pedido una reunión a Elisabetta, pero, apoyada por Leicester y por sus garantías de que Elisabetta se ha sentido conmovida con la carta, decide quedarse y enfrentarse a ella.
Elisabetta también ve la cita con sentimientos encontrados, ya que, por un lado, rechaza la petición de Cecil de que ejecute a Maria y, por otro, se siente enfurecida por el fervor con que Leicester defiende la causa de su rival. Cuando las dos reinas se enfrentan, cada una de ellas se siente ya convencida de que la otra es altiva, pero Maria hace un esfuerzo y se humilla para pedir clemencia. Elisabetta se muestra inflexible y sus referencias al marido asesinado de Maria y sus calumnias sobre su honor provocan que Maria, a pesar de los intentos de Leicester por calmarla, se burle de Elisabetta llamándola bastarda y “ramera vil y lasciva”. Furiosa, Elisabetta le aconseja que aguarde su sentencia de muerte, pero Maria se regocija ante lo que considera su triunfo.
ACTO III
El Palacio de Westminster.
Aunque mortalmente ofendida, Elisabetta duda si firmar o no la sentencia de muerte, a pesar de las insistencias de Cecil de que su seguridad y la del reino dependen de la muerte de María. Solo la llegada de Leicester le induce a firmarla. Sus súplicas de que tenga clemencia lo único que consiguen es que le ordene presenciar la ejecución.
Aposentos de Maria en Fotheringay.
Maria sigue exultante por haber humillado a Elisabetta, aunque teme que Leicester pueda estar en peligro por sus accesos de ira. Cecil le lleva la sentencia de muerte. Ella rechaza su oferta del consuelo de un sacerdote, pero admite a Talbot que se siente oprimida por el recuerdo de sus pecados. Él le revela que ha tomado los hábitos para poder escuchar su confesión.
Maria confiesa su culpa por el asesinato de su marido, Darnley, y también parece admitir su complicidad en la conspiración de Babington (no sólo para conseguir su libertad, sino también para acceder al trono de Inglaterra después de asesinar a la reina). Talbot le da la absolución.
Una habitación junto a la cámara de ejecución.
Los amigos de Maria lamentan su destino y ella, enfrentándose a la muerte con calma, intenta consolarlos y darles fuerzas. Cuando el cañón da la señal para su ejecución, Cecil le pregunta por sus últimas voluntades. Ella perdona a Elisabetta y reza por ella y por el reino. Intenta calmar al afligido Leicester y espera que su sangre inocente apacigüe la ira del cielo. Entonces se dirige resuelta hacia la muerte mientras sus amigos lloran su trágico sino.
