PRESENTACIÓN
Lazos de sangre que rozan la locura
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FICHA ARTÍSTICA
ELENCO
- Leonora
- Azucena
- Manrico
- Comte di Luna
- Ferrando
- Ines
- Ruiz
EQUIPO ARTISTÍCO
- Orquesta
- Director Del Coro
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Il Trovatore
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SINOPSIS

Primera Parte: El duelo
A comienzos del siglo XV, en el patio del palacio real de la Aljafería, en Zaragoza, Ferrando, un oficial del ejército del Conde de Luna, llama a sus soldados para vigilar, pues el Conde está celoso de un trovador que canta por la noche en los jardines del palacio. Para distraer su vigilia, a petición de los soldados, Ferrando cuenta la historia de García, el hermano menor del Conde: un día, cuando aún era un recién nacido, se encontró a una siniestra gitana inclinada sobre su cuna. Fue expulsada, pero García enseguida enfermó y se creyó que fue a causa del mal de ojo. La gitana, acusada entonces de ser una bruja, fue perseguida y quemada en la hoguera. Su hija, atendiendo a los gritos de venganza de su madre, raptó al niño enfermo; entre las cenizas humeantes de la hoguera, se halló el esqueleto de un recién nacido. Aunque se perdiera la pista de la joven gitana, el fantasma de su madre condenada aparece ciertas noches bajo diferentes formas.
En los jardines del palacio, Leonora, una dama de honor de la princesa de Aragón, le habla a su doncella Inés de sus primeros impulsos amorosos. En el torneo, vio a un misterioso caballero, pero después de la tregua de la guerra civil, no volvió a verlo, hasta que un día reapareció como trovador dándole una serenata. Inés trata de persuadir a su señora de que se olvide de ese extranjero, pero Leonora declara que está dispuesta a morir por él.
Cuando entran en sus aposentos, se presenta el Conde, decidido a declarar su amor a Leonora. Sus pensamientos son interrumpidos por el canto del trovador, ante el cual Leonora sale corriendo para recibir a su amor pero, a causa de la oscuridad reinante, se acerca por error al Conde. En ese momento, aparece el trovador y Leonora advierte su equívoco. Los celos y la ira del Conde se acrecientan cuando el trovador revela ser Manrico, un partidario del príncipe de Urgel, es decir, un enemigo del Conde en la guerra civil. Cuando el Conde y Manrico se acometen para batirse en duelo, Leonora se desmaya.
Segunda Parte: La gitana
Una covacha al pie de una montaña en Vizcaya. Azucena está sentada junto al fuego y Manrico tendido a su lado. Un grupo de gitanos anuncia el amanecer de una nueva jornada y se prepara para el trabajo. Azucena les describe el horripilante espectáculo del suplicio de una mujer quemada en la hoguera. Cuando los gitanos salen, cuenta a Manrico cómo su madre (la de Azucena) fue ejecutada por los hombres del viejo conde y cómo ella respondió a su grito de venganza mediante el rapto del hijo del conde para arrojarlo a las llamas. Sin embargo, cometió un monstruoso error: en su delirio de odio y de dolor, fue a su propio hijo a quien arrojó a las llamas. Manrico, asustado, le pregunta entonces si él no es verdaderamente su hijo; Azucena le tranquiliza rápidamente, pretendiendo haberse trastornado por un momento a causa de los recuerdos y, ¿acaso no fue a buscarlo cuando resultó gravemente herido en una reciente batalla y le ha estado cuidando con abnegación? Manrico evoca a continuación su duelo con el Conde y cómo una voz del cielo le impidió descargar el golpe fatal contra su rival; pero ahora Manrico jura a su madre que no volverá a suceder tal cosa. Un mensajero les interrumpe para hacerles saber la caída de Castellar, y también que Leonora, creyendo a Manrico muerto, se dispone a ingresar en el convento. A pesar de las advertencias de su madre, Manrico se precipita para buscar a Leonora.
En el claustro de un convento, junto a Castellar, el Conde canta su amor por Leonora y, creyendo a su rival muerto, se decide a raptarla antes de que entre para siempre en el convento. Se oculta tras unos árboles y, cuando las religiosas aparecen entonando un cántico, Leonora se despide de sus amigas. El Conde se apodera de ella, pero llega Manrico y, tras un momento de desconcierto general, también irrumpen los acompañantes de Manrico, con cuya ayuda consigue llevarse a Leonora.
Tercera Parte: El hijo de la gitana
En un campamento militar, antes de emprender el asalto de Castellar, los soldados del Conde entonan un canto bélico, al tiempo que el Conde se lamenta de la pérdida de Leonora. Hace entonces su entrada Ferrando para anunciar que una gitana ha sido capturada cuando rondaba por el campamento. Azucena, pues de ella se trata, explica que está buscando a su hijo desaparecido y, ante las preguntas del Conde y ser reconocida por Ferrando, acaba por descubrirse su verdadera identidad. El Conde, entonces, promete vengar a su hermano condenándola a la hoguera.
En una sala junto a la capilla de Castellar, Manrico y Leonora se preparan para su boda, pero el asalto de los enemigos intranquiliza a la muchacha. Manrico la calma: su amor le hace más fuerte. Cuando se encaminan al altar, Ruiz, uno de los soldados de Manrico, se presenta corriendo para anunciar que Azucena ha sido condenada a la hoguera. Manrico decide salvarla y ordena a sus hombres que se preparen para la lucha.
Cuarta Parte: El suplicio
En un ala del palacio de la Aljafería. Delante de la torre donde Manrico está prisionero, Leonora le jura su amor, Cuando oye las voces que cantan un Miserere al que se une la voz de Manrico despidiéndose, ella se promete salvarlo a toda costa. Llega el Conde y anuncia que Azucena y su hijo morirán al alba. Leonora se ofrece entonces a él a cambio de la libertad de Manrico. El Conde, muy feliz, acepta, pero cuando da las órdenes para la liberación de Manrico, Leonora bebe a hurtadillas un veneno oculto en su sortija.
En su mazmorra, Manrico trata de consolar a Azucena, que tiene de nuevo pesadillas sobre la muerte de su madre. La gitana, cayendo en un duermevela, rememora la vida despreocupada del pasado. Aparece Leonora y suplica a Manrico que se marche rápidamente pero éste, advirtiendo enseguida la verdadera naturaleza del pacto que ha concluido con el Conde la acusa de infiel. El veneno comienza a hacer su efecto: moribunda, Leonora le explica que ha preferido morir con su amor antes que vivir con otro. Manrico, presa del remordimiento, ve a Leonora morir en sus brazos. Llega en ese momento el Conde para descubrir que ha sido engañado y ordena la ejecución inmediata de Manrico y obliga a Azucena, que se despierta de su modorra, a mirar por la ventana. Cuando el hacha ya ha caído, Azucena le dice que acaba de ajusticiar a su hermano. Su madre ha sido vengada finalmente.
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