PRESENTACIÓN



FICHA ARTÍSTICA
ELENCO
- Don Alfonso
- Despina
- Dorabella
- Dorabella Berri
- Fiordiligi
- Fiordiligi Berri
- Ferrando
- Ferrando Berri
- Guglielmo
- Guglielmo Berri
EQUIPO ARTISTÍCO
- Orquesta
- Director Del Coro
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SINOPSIS

Acto Primero
Dos jóvenes oficiales del ejército, Ferrando y Guglielmo, discuten con su amigo don Alfonso: éste ha puesto en duda la fidelidad de sus amadas, Dorabella y Fiordiligi, y sostiene que la constancia femenina es un mito. El viejo filósofo apuesta cien cequíes a que, con la ayuda de los dos jóvenes, que deberán seguir sus instrucciones, podrá demostrar la volubilidad de las muchachas. Ferrando y Guglielmo están segurísimos de ganar y ya planean cómo gastarán el dinero.
Las hermanas Fiordiligi y Dorabella están contemplando extasiadas las miniaturas con los retratos de sus amados cuando entra don Alfonso que trae una noticia terrible: los dos oficiales deben partir para el campo de batalla. Entran ahora los dos jóvenes, que fingen un profundo dolor e intentan consolar a las desesperadas muchachas. Un coro (la puesta en escena ha sido preparada por don Alfonso) reclama a los soldados para la partida; los enamorados se despiden entre lágrimas y Fiordiligi, Dorabella y don Alfonso observan la barca que los lleva a bordo desaparecer a lo lejos. A solas, don Alfonso se siente satisfecho: su plan tendrá el éxito deseado.
Las hermanas dan rienda suelta a su desesperación en presencia de su criada Despina. Dorabella en particular, está fuera de sí por el dolor. Despina aconseja a sus amas sacar el máximo provecho de la situación y distraerse eventualmente con nuevos amantes. Las dos muchachas se muestran escandalizadas y se marchan. Don Alfonso habla entonces con Despina y consigue su complicidad. El plan es sencillo: presentará a sus amas a dos jóvenes extranjeros que se declararán enamorados de ellas, pero sin hacerles saber que los dos albaneses tan exóticamente vestidos son en realidad Ferrando y Guglielmo disfrazados.
Llegan los extranjeros que, en cuanto entran Fiordiligi y Dorabella, comienzan un cortejo despiadado, cada uno con la amada del otro; las muchachas se retraen desdeñosas, incluso cuando don Alfonso presenta a los “albaneses” como sus íntimos amigos. Fiordiligi declara con vehemencia que ella permanecerá siempre fiel a su amado. Mientras Guglielmo alaba con alegría las encantadoras cualidades de su amigo, las hermanas, furiosas, dejan plantados a los pretendientes. Los oficiales están convencidísimos de haber ganado ya la apuesta, pero don Alfonso deja claro que la partida aún no ha acabado. Ferrando canta a la felicidad del amor verdadero, mientras Despina y don Alfonso planean su próximo movimiento.
Las desdichadas están entregándose a su tristeza en el jardín, cuando entran precipitadamente los dos “albaneses”: mostrándose desesperados por la dureza de las muchachas, fingen tomar un veneno delante de ellas. Don Alfonso sale con Despina en busca de un médico. Las hermanas deciden examinar un poco más de cerca a los dos extranjeros, que parecen estar ya agonizando. Despina regresa disfrazada de médico y los devuelve a la vida con la ayuda de una supuesta piedra de gran poder, pero cuando los dos hombres reemprenden su cortejo, las muchachas los rechazan nuevamente. Este segundo ataque a su virtud parece haber fracasado igualmente.
Acto Segundo
A pesar de sus protestas, las hermanas comienzan a mostrar un interés un tanto diferente por los albaneses, y Despina las anima a coquetear con ellos. Dorabella convence a su hermana de que la aventura podría ser muy divertida y que no se la tomarán demasiado en serio. Ella decide quedarse con el albanés de cabello moreno, Guglielmo, y Fiordiligi elige al rubio, Ferrando. Don Alfonso las llama desde el jardín.
Los albaneses han preparado una serenata para las muchachas. Don Alfonso y Despina animan a las parejas a unirse, luego se marchan dejándolos solos. Guglielmo ofrece a Dorabella un corazoncito de oro y acepta de ella la medallita que contiene el retrato de Ferrando. Ferrando corteja a Fiordiligi quien, advirtiendo que su resistencia se está debilitando, rechaza a su admirador. En un momento a solas, se reprocha su falta de firmeza. Ferrando asegura a Guglielmo que Fiordiligi todavía le es fiel; Guglielmo, en cambio, muestra a su amigo el retrato que le ha dado Dorabella, y medio en serio medio en broma, lamenta la infidelidad de las mujeres. Ferrando se queda profundamente desilusionado por la evidente traición de Dorabella; Don Alfonso le aconseja que intente otra vez cortejar a Fiordiligi.
Las hermanas se confían sus sentimientos. Dorabella, que ha adoptado algo de la actitud de Despina hacia los hombres, piensa casarse con su albanés; Fiordiligi decide, en cambio, disfrazarse de hombre para seguir a su Guglielmo al campo de batalla. Sin embargo, en este momento, es interrumpida por Ferrando, que consigue al fin doblegar su resistencia. Ahora también Guglielmo se siente traicionado. Don Alfonso sugiere a los desengañados enamorados que tomen por esposas, a pesar de todo, a las dos muchachas: al fin y al cabo, tarde o temprano acabarían por ser infieles… así hacen todas. Llega Despina para anunciar que las hermanas están dispuestas a casarse con los albaneses.
Despina está vigilando los preparativos para la boda. Las dos parejas brindan por su futura felicidad; solamente Guglielmo parece no estar para celebraciones. Despina, disfrazada de notario, llega con los contratos de matrimonio que las hermanas han de firmar; pero justo en ese momento un redoble de tambores y un coro en la lejanía anuncian el regreso de sus antiguos amados. Los albaneses son llevados apresuradamente a otra habitación; aquí se despojan de sus disfraces y vuelven a entrar como Ferrando y Guglielmo, aparentemente de regreso de la guerra sanos y salvos. Advierten la presencia del notario que, con gran consternación de las hermanas, revela ser Despina. Don Alfonso atrae la atención de los dos jóvenes sobre los contratos de matrimonio y les señala la habitación donde se esconden sus supuestos rivales. Ferrando y Guglielmo se precipitan con sus espadas desenvainadas, pero regresan sólo con los disfraces en la mano. El engaño sale ahora a la luz y las tres mujeres se quedan consternadas. Fiordiligi y Dorabella culpan a don Alfonso de haberlas descarriado tan cruelmente. Él acepta la acusación pero explica haber actuado por el bien de todos: arrebatándoles cualquier ilusión acerca del amor, ha demostrado la importancia de la conciencia y de la razón. Las muchachas juran fidelidad y, para concluir, todos juntos cantan la moraleja de la fábula: quien toma las cosas por el camino correcto y se deja guiar por la razón, hallará la calma en medio de los torbellinos del mundo.
