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Salome

Richard Strauss

Représentations

Samedi 17 Février 2018 19:30h
Mardi 20 Février 2018 19:30h
Vendredi     23 Février 2018    19:30h
Lundi 26 Février 2018 19:30h

Parrainé par

Fundacion BBVA

FICHE

  Salomé Jennifer Holloway*  
  Jochanaan Egils Silins*  
  Herodes Daniel Brenna*  
  Herodias Ildikó Komlós  
  Narraboth Mikeldi Atxalandabaso  
  Page d'Herodias Monica Minarelli / Itxako Mentxaka  
  Juif 1 Josep Fadó  
  Juif 2 Miguel Borrallo*  
  Juif 3 Igor Peral*  
  Juif 4 Jordi Casanova  
  Juif 5 Michael Borth*  
  Cappadocien Manuel A. Mas Tomas*  
  Nazaréen 1 Alberto Arrabal  
  Nazaréen 2 Alberto Núñez  
  Esclave Helena Orcoyen*  
  Soldat 1 Jose Manuel Díaz  
  Soldat 2 Mikel Zabala  
       
  Bilbao Orkestra Sinfonikoa    
       
  Directeur musical Erik Nielsen  
  Directeur de scène Francisco Negrín  
  Scénographe Louis Desirè  
  Éclairage Bruno Poet  
  Costumes Louis Desirè  
  Vidéo
Joan Rodón*  
  Production Palau de Les Arts Reina Sofía  
       
  *Débute à l'ABAO-OLBE    



AUDIO

Ah! Warum hast du mich nicht angesehn. Stenkina, Holdorf, Gjevang
Lass mich es berühern dein Haar. Stenkina, Hale, Pia

DOCUMENTS

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Affiche de Théâtre
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Scena (espagnol)
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Phonographie
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Livret

Circulaires

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Dosier Prensa
 

Escena 1

En una amplia terraza del palacio de Herodes, el capitán de la guardia Narraboth admira en la distancia la belleza de la joven Salomé. Está completamente enamorado de ella para disgusto del paje de su madre, Herodías, quien se encuentra totalmente fascinado con la luna, a la que llega a comparar con una mujer muerta. Llega un ruido procedente del salón cercano que los soldados atribuyen a los judíos, a los que acusan de discutir continuamente acerca de la religión.

El joven sirio continúa contemplando a Salomé de tal manera que provoca una premonición en el Paje que presagia que algo terrible puede suceder. De repente se escucha la voz de Jokanaán –Juan el Baustista- desde su prisión en la cisterna del palacio. Herodes le teme y ha prohibido que nadie, ni el Sumo Sacerdote de Jerusalén, tenga contacto alguno con él.

Mientras, Narraboth anuncia con entusiasmo que Salomé se ha levantado y se encamina hacia allí.

 


Escena 2

Salomé, molesta, por un lado, con las miradas de su padrastro y cansada, por el otro, de aguantar al resto de invitados a la fiesta que se celebra en palacio, decide huir de la terraza. Vuelve a escucharse entonces la voz del profeta y la joven princesa de Judea queda completamente fascinada. Hasta tal punto que pide a los guardas del palacio que le dejen ver al extraño prisionera que proclama la llegada del Mesías. Ante la negativa de los soldados, Salomé seduce al capitán sirio Narraboth que, tras una inicial resistencia, le permite finalmente ver al profeta, desoyendo las órdenes explícitas de Herodes.

 


Escena 3

El profeta sale de la cisterna y denuncia los crueles pecados Herodes y Herodías. Unas profecías que tan solo logra entender Salomé, quien se muestra inmediatamente atraída por Jokanaán y comienza a alabar su cuerpo, su piel blanca y sus cabellos. El profeta repudia cada una de sus proposiciones. La última, besar su boca, se convierte en una auténtica obsesión. Narraboth, que no puede soportar la escena, se clava un puñal y cae muerto entre ambos. Jokanaán es encerrado de nuevo en el pozo y pide la salvación a través del Mesías. Salomé, por su parte, se muestra completamente desesperada.

 


Escena 4

Entra en escena Herodes, en busca de Salomé, acompañado de su esposa y por el resto de la corte. El Tetrarca tropieza horrorizado con el cadáver de Narraboth y comienza a sentir alucinaciones. Herodes comienza a mirar de manera lasciva a Salomé, algo que Herodías reprueba.
Herodes continúa con sus intenciones y ordena que le traigan vino y propone cariñosamente a Salomé que beba con él, también le ofrece fruta o incluso sentarse en el trono de su madre; la joven rechaza las tres proposiciones.

Jokanaán, desde el pozo, recrimina a Herodías la actitud incestuosa de su marido. Ella exige a Herodes que silencie al profeta, pero él se niega. Herodías se burla por su temor.

Comienza un debate teológico entre cinco judíos que discuten sobre la naturaleza de Dios y al que se unen dos nazarenos que hablan de los milagros de Jesucristo.

Herodes retoma sus proposiciones a la joven princesa. Tras nuevas negativas, Salomé acepta bailar con él en cuanto el Tetrarca le promete cumplir aquello que ella le pida. Comienza en ese instante la famosa Danza de los siete velos; un sensual y exótico baile, en el que ella se va quitando lentamente los velos, uno a uno, hasta que queda desnuda a sus pies. Es entonces cuando Salomé pide su deseo ante un fascinado Herodes: la cabeza de Jokanaán en una bandeja de plata. Herodías se alegra, pero Salome insiste en que la pide para su propio placer. Herodes, asustado, le propone botines alternativos: desde joyas hasta, incluso, la mitad de su reino. Salomé se muestra implacable y a Herodes no le queda más opción que acceder a su deseo y dar la orden. Salomé, en un desesperado monólogo, expresa su falta de confianza en el verdugo, recrimina al Paje y solicita insistentemente la ayuda de los soldados, hasta que recibe de las manos de un guardia la cabeza del profeta en una bandeja. La joven contempla los ojos muertos de Jokanaán y rememora la belleza de su cuerpo, de sus cabellos o su boca y se convence de que si la hubiera mirado se habría enamorado de ella. Le declara su amor y besa sus labios de manera apasionada. En el mismo momento en que la princesa besa la cabeza del profeta, Herodes ordena a los soldados que la maten.